El truco que puede mejorar drásticamente sus habilidades de presentación
El nuevo año trae mucha alegría y emoción, ya que todos comenzamos con borrón y cuenta nueva y tenemos la oportunidad de reinventarnos bajo una nueva luz, tanto personal como en el lugar de trabajo.
El nuevo año también puede traer factores estresantes: puede ser un momento para establecer nuevos presupuestos y metas para la empresa, así como para que la administración vuelva a estar al día sobre lo que ha estado trabajando y cuáles son sus prioridades para el las próximas semanas.
No importa qué cambios específicos ocurran en su empresa, podemos estar casi seguros de que un elemento común nos unirá a todos: más presentaciones.
Presentaciones a la alta gerencia de su departamento; presentaciones a colegas en otras departamentos; presentaciones a subordinados en toda la organización, etc… pero lo cierto es que las presentaciones son una parte inherente de un mundo de trabajo cada vez más colaborativo.
Sin la colaboración en proyectos a gran escala que requieren presentaciones y actualizaciones de estado, de hecho tendría poco propósito tener organizaciones y estaríamos mejor trabajando solos.
Si bien las presentaciones son indudablemente útiles, a menudo pueden ser la ruina de la existencia de los empleados. La ansiedad por hablar en público es extremadamente común, ya que el 73% de las personas han reportado tener ansiedad por hablar en público, según un informe. Y qué mejor manera de aumentar la ansiedad que llevar el discurso público al lugar de trabajo, donde sus colegas y jefes lo evalúan y determinan su futuro.
¿No sería bueno si existiera una solución rápida a esta ansiedad que también ayudara a mejorar su capacidad de hablar en público? Alison Wood Brooks, profesora de Harvard Business School, realizó una serie de experimentos inteligentes para encontrar precisamente esta solución rápida. ¿Su solución? Canalice esta ansiedad en algo beneficioso: emoción.
Muchas personas intentan reducir la ansiedad antes de una gran presentación diciéndose a sí mismos que mantengan la calma. Sin embargo, las teorías de las emociones sugieren que puede ser muy difícil alterar la fisiología de uno mismo (por ejemplo, disminuir la frecuencia cardíaca) de forma rápida y fácil.
Lo que es más fácil no es luchar contra su reacción fisiológica, sino tratar de canalizarla hacia algo más positivo.
Para lograr esto, Brooks sugiere que cuando se sienta ansioso, debería reformularlo positivamente diciéndose algo simple:
¡Estoy emocionado!
Repetir esto suficientes veces funciona mucho mejor para inducir la emoción que tratar de convencerse de que está tranquilo cuando está lejos de estarlo.
Reenmarcar sus emociones ciertamente lo ayuda a sentirse mejor, pero el resultado de la investigación es que también puede ayudarlo a desempeñarse mejor en un contexto de hablar en público.
En dos estudios de laboratorio con personas que participan en eventos que provocan ansiedad: cantar karaoke o dar un discurso frente a un experimentador, esas personas que reconfiguraron sus nervios como emoción, ambos cantaron mejor karaoke y fueron calificados por otros como más persuasivos, competentes y seguros durante sus discursos.
Las soluciones rápidas a grandes problemas, como la ansiedad de hablar en público, a menudo son demasiado buenas para ser verdad. Afortunadamente, llevar la investigación psicológica a problemas prácticos puede producir resultados sorprendentes que a veces son contrarios a lo que comúnmente creemos.
Por eso, la próxima vez que esté ansioso antes de un gran discurso o presentación, en lugar de respirar profundamente para disminuir su ritmo cardíaco en un intento de mantener la calma, es posible que se sienta mejor después de un poco de diálogo interno positivo.
*Con información de Forbes.