Hablar en público ya no es una habilidad blanda. Es la clave para triunfar en cualquier campo

“Fortalecer una habilidad blanda es una de las mejores inversiones que puedes hacer en tu carrera, ya que nunca pasan de moda”, señalaba un estudio de LinkedIn de 2019.

Y es que los datos muestran que las habilidades blandas o soft skills tienen una gran demanda.

Pero tal vez ya sea de dejar de considerar el storytelling y el arte de la persuasión como algo “blando”.

Imagina, por ejemplo, un escenario en el que un emprendedor no sea capaz de contar una historia convincente a un prospecto de inversionista. Lo que muchos llaman blando, otros lo llamaríamos fundamental.

Warren Buffett estaría de acuerdo. Cada vez que se le pregunta al “oráculo” de las inversiones cuál es la habilidad más valiosa que cualquiera puede desarrollar hoy en día, responde hablar en público. “La única manera fácil de llegar a valer un 50 por ciento más de lo que vales ahora (al menos) es perfeccionar tus habilidades de comunicación, tanto escrita como verbal”, dice Buffett.

El valor creciente de cambiar de mentalidades

En un mundo construido sobre ideas, los persuasores –los que pueden ganar corazones y cambiar mentalidades– tienen una ventaja competitiva.

La historiadora Deirdre McCloskey de la Universidad de Illinois en Chicago, EE.UU., realizó un impresionante proyecto de investigación para demostrar que la vieja retórica (la persuasión) es responsable de una proporción cada vez mayor del ingreso nacional de Estados Unidos.

Analizaron 250 ocupaciones que cubren a 140 millones de personas en el país Crearon un modelo estadístico basado en la cantidad de tiempo que las personas de cada categoría dedicaban a hablar en público y persuadir a otra persona para que actuara.

En algunos casos, la persuasión jugó un papel más limitado que en otros (pensemos en los bomberos frente a los especialistas en relaciones públicas, por ejemplo).

McCloskey llegó a la siguiente conclusión: La persuasión es responsable de generar una cuarta parte del ingreso nacional total de Estados Unidos.

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Ella espera que aumente al 40 por ciento en los próximos 20 años. Esta investigación fue retomada por otro economista en Australia que llegó a una conclusión similar.

Para entender por qué la persuasión ya no es una habilidad blanda, necesitamos una breve lección de historia.

En 1840, casi el 70 por ciento de la fuerza laboral estadounidense trabajaba en granjas; hoy menos del 2 por ciento de los estadounidenses trabajan en la agricultura.

La participación de la industria manufacturera en la fuerza laboral ha caído del 40 por ciento en 1950 a menos del 20 por ciento en la actualidad. Los ingresos individuales procedentes de la industria manufacturera siguen cayendo a medida que los robots reemplazan a los trabajadores y la inteligencia artificial se hace cargo de tareas repetitivas que antes eran realizadas por humanos.

La tarea principal de los empleos que quedan -y de los nuevos creados- es cambiar de opinión.

Como explica McCloskey, “Nada sucede voluntariamente en una economía o en una sociedad, a menos que alguien cambie de opinión. El comportamiento puede cambiarse mediante la compulsión, pero las mentes no”.

Incluso en los trabajos de “habilidades duras”, la persuasión distingue a las personas. “Un programador que sólo conoce habilidades técnicas puede costar entre 40.000 y 80.000 dólares en Silicon Valley. Un codificador que puede hablar con el cliente puede obtener fácilmente 120.000 dólares o más”, dice la historiadora.

Ella está en lo correcto. He entrevistado a jóvenes profesionales de negocios de entre 20 y 30 años cuyas carreras están en alza y que son promovidos mucho más rápido que sus pares en gran parte debido a su capacidad para realizar presentaciones de manera más efectiva. Aquí está la clave. Trabajan en ello. Hablar en público es una habilidad que cualquiera puede desarrollar.

En la oficina de Warren Buffett se exhibe un diploma. No es su título en negocios. Es un certificado que obtuvo después de completar un curso de oratoria. Buffett dice que es el título más valioso que tiene. Para un hombre que vale miles de millones de dólares, eso es mucho decir.

Llamar a hablar en público una “habilidad blanda” disminuye su valor en un mundo que valora las ciencias duras. Hablar en público no es blando. Es el equivalente a dinero en efectivo y contante y sonante.