Los beneficios del ajo para la voz
¿Qué fue primero, la respiración o la emoción? ¿La emoción de sentirnos vivos, sentir el frío y llorar, o la respiración como una bienvenida a un mundo lleno de emociones? Para hablar de la voz hay que hablar de esas dos cosas.
Si la voz surge de una emoción, entonces podemos arriesgarnos a decir que es esta la que se apodera de la respiración, casi como un secuestro, arrastrándola consigo hacía las cuerdas vocales, resonando en el pecho, en la boca, la nariz, los huesos de nuestra cara y hasta nuestro cráneo. En definitiva, un viaje que sale del diafragma y devuelve ese aire convertido en sonido y palabras.
El reto es que ese proceso sea más consciente y efectivo y nos permita alinear lo que queremos decir con la forma en cómo lo decimos, algo a lo que podemos llamarlo tono y ritmo, y que unidos a la emoción y la respiración nos va dando un estilo propio en el habla.
Para seguir con nuestro recorrido debemos agregar los escenarios en los que hemos interactuado, esos escenarios los que nos han proporcionado cantidades de voces que han incidido en nuestra forma de hablar. De niños aprendemos por imitación, vamos adaptando estilos de las personas más cercanas. Aquí el oído va regulando nuestra forma, porque por ejemplo, tenemos la voz que tenemos gracias también a las personas que nos han rodeado y nos rodean, incluso en ocasiones esa percepción nos ha llevado a hablar muy similar a como lo hace un amigo. A nuestra voz podemos entenderla entonces como una relación entre los sonidos de nuestro entorno y nuestra percepción para capturarlos y traducirlos a nuestra manera.
En esa interacción con el entorno aparece algo fundamental y es la confianza que hemos desarrollado para expresarnos, si decimos que nuestra voz se ha moldeado gracias a otras voces también nuestros silencios son consecuencia de lo que nos hicieron callar o concluimos que era mejor no decir. Por eso, una variable determinante para tener en cuenta es la seguridad, esa que le da vía libre a la voz para traducir en palabras nuestros pensamientos y sentimientos.
Ya vamos teniendo entonces un mapa más amplio de nuestra voz. Cuando hablamos de cómo hablar mejor, ella es solo salsa del plato. Antes está la capacidad de sentir, respirar con el mensaje, encontrar el ritmo y el tono adecuado, escuchar y escucharnos, así como la seguridad que tenemos para levantarla y mostrar lo que somos.
Y ¿qué tiene que ver el ajo en toda esta historia?
Muchas de las cosas que queremos decir se quedan en nuestra garganta, en ese popular nudo que nos condiciona y nos aleja de ser auténticos, nos callamos por vergüenza a no ser lo suficientemente capaces o idóneos para decir lo que tenemos para decir, y eso poco a poco va ahogando nuestra voz real.
En esa tensión nuestra voz se duerme como cualquier músculo que no se usa, comenzamos a ser torpes, a atropellar las palabras, a respirar corto, generando una desconexión con el pensamiento y la emoción. La falta de un uso auténtico de la voz minimiza la proyección vocal como si no quisiéramos ser escuchados, acelera el habla para salir rápido de nuestras intervenciones o por el contrario nos llena de dudas enviándonos a un mar de muletillas. Ese obstáculo se puede parecer a cuando hemos comido algo pasado de ajo y preferimos no hablar por miedo a quedar mal. No es agradable el panorama, por eso proponemos el reto del ajo.
Tome un diente de ajo y póngalo debajo de la lengua, en horario de oficina. El ajo le ayudará a revivir esa vergüenza de no poderse expresar, a vivir conscientemente ese momento en el que no hablamos aún teniendo algo que decir, a reconocer que no vivimos con un ajo en la boca y que podemos decir las cosas asertivamente sin herir a nadie. También este reto lo ayudará a no estar desesperado por hablar, a tener pensamientos más claros, y a volver al talento de escuchar.
Antes de botar el ajo agregue 3 momentos y repítalos cada vez que pueda:
Relaje hombros y cuello, respire implacablemente, en la respiración esta la clave para que su voz no se esfuerce. Sienta siempre que su aire abre las costillas y el diafragma se contrae. Inspire por la nariz y expire en 10 segundos con la boca abierta sin hacer ruido en la garganta y por último escuche lo que se está diciendo. Su voz nace de lo que usted se dice, escuche lo que pasa en su entorno porque el que escucha tiene más posibilidades de hablar.
El secreto del ajo está en callar para que la voz nazca desde la autenticidad y de una real necesidad por comunicar; así ella podrá viajar libremente. Por eso su celebración hoy es mundial.