¿Por qué suceden los errores en la comunicación y cómo prevenirlos?

La comunicación podrá ser una de las habilidades más esenciales en la vida, pero también es una de las más complejas.

¿Alguna vez has sentido que tus palabras no son entendidas como esperabas? ¿O que, a pesar de hablar el mismo idioma de tu interlocutor, parece que estás en una conversación completamente diferente?

Esto es más común de lo que crees, y la raíz del problema suele ser la mala comunicación.

La mala comunicación no solo genera confusión y malentendidos, sino que puede llevar a conflictos, frustración e incluso errores costosos. Pero, ¿por qué ocurre esto? Y, más importante, ¿cómo podemos evitarlo?

La complejidad de la comunicación humana

Aunque parezca sencillo, la comunicación no es un proceso lineal. No se trata simplemente de enviar un mensaje y esperar que llegue intacto al receptor.

En realidad, es más parecido a un juego de pelota, donde el mensaje se moldea y transforma con cada intercambio.

Cada persona interpreta lo que escucha a través de sus propios filtros perceptivos. Estos filtros están influenciados por factores como la cultura, la educación, las experiencias pasadas e incluso el estado emocional del momento.

Imagina que el mensaje es una bola de plastilina: cada vez que pasa de una persona a otra, se modifica según las percepciones únicas de quien la recibe.

¿Por qué falla la comunicación?

1. Interpretaciones subjetivas

Lo que dices no siempre es lo que la otra persona entiende. Cada quien interpreta las palabras según su propia perspectiva.

Por ejemplo, una palabra como “éxito” puede significar algo completamente diferente para ti que para tu compañero de trabajo.

Esto se debe a que nuestras experiencias, valores y creencias influyen en cómo procesamos la información.

Para evitar malentendidos, es crucial preguntar: “¿Qué significa esto para ti?” y asegurarte de que ambos están en la misma página.

2. Distracciones externas

Ruidos, interrupciones o hasta el hambre pueden afectar cómo se recibe un mensaje. 

Imagina que estás en una reunión importante, pero el sonido del tráfico exterior te impide concentrarte. O tal vez estás tan ocupado pensando en tu próxima tarea que no prestas atención a lo que tu colega está diciendo.

Estas distracciones, aunque parezcan menores, pueden alterar significativamente la calidad de la comunicación. Para combatirlas, intenta crear un entorno tranquilo y libre de interrupciones, y pon total atención durante las conversaciones.

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3. Emociones intensas

El enojo, la tristeza o la ansiedad pueden nublar la comprensión y llevar a malentendidos. Cuando estamos emocionalmente alterados, es más probable que malinterpretemos las palabras de los demás o que reaccionemos de manera defensiva.

Por ejemplo, en una discusión acalorada, es común que las personas se centren en “ganar” la discusión en lugar de entender al otro.

Para evitar esto, es importante tomarse un momento para calmarse antes de continuar la conversación y recordar que el objetivo es entenderse, no imponer un punto de vista.

4. Falta de escucha activa

Muchas veces, oímos pero no escuchamos realmente.

La escucha activa requiere atención plena y empatía. Esto significa no solo prestar atención a las palabras, sino también al tono de voz, las expresiones faciales y el lenguaje corporal.

Por ejemplo, si alguien dice “Estoy bien” pero su tono de voz y postura sugieren lo contrario, es probable que haya algo más detrás de esas palabras.

Practicar la escucha activa implica hacer preguntas abiertas, como “¿Cómo te sientes al respecto?” y demostrar interés genuino en la respuesta.

Estrategias para evitar la mala comunicación

1. Escucha activamente

No te limites a oír las palabras; presta atención al tono, las expresiones faciales y el lenguaje corporal. La comunicación no verbal es igual de importante.

Por ejemplo, si alguien cruza los brazos o evita el contacto visual, puede estar sintiéndose incómodo o a la defensiva. Al reconocer estas señales, puedes ajustar tu mensaje para crear un ambiente más receptivo.

Además, repite o parafrasea lo que has escuchado para asegurarte de que has entendido correctamente. Esto no solo demuestra que estás prestando atención, sino que también ayuda a aclarar cualquier malentendido.

2. Reconoce tus filtros perceptivos

Sé consciente de cómo tu cultura, educación y experiencias moldean tu forma de ver el mundo. Pregúntate: “¿Estoy interpretando esto desde mi perspectiva o estoy considerando la del otro?”

Por ejemplo, si creciste en un entorno donde se valoraba la franqueza, podrías interpretar la diplomacia de otra persona como falta de honestidad.

Al reconocer estos filtros, puedes esforzarte por ver las cosas desde el punto de vista del otro y evitar juicios precipitados.

3. Fomenta el diálogo bidireccional

La comunicación efectiva es un intercambio. Tómate el tiempo para entender antes de buscar ser entendido. Esto significa hacer preguntas abiertas y escuchar sin interrumpir.

Por ejemplo, en lugar de decir “Tú nunca me escuchas”, podrías preguntar “¿Cómo te sientes acerca de lo que acabo de decir?”. Este enfoque no solo reduce la probabilidad de conflictos, sino que también fomenta una mayor conexión y comprensión mutua.

4. Clarifica y verifica

Si algo no queda claro, pregunta. Repite lo que entendiste para asegurarte de que ambos están en la misma página.

Por ejemplo, si tu jefe te da instrucciones para un proyecto, podrías decir: “Entonces, lo que necesitas es que complete el informe para el viernes, ¿verdad?”

Esta simple verificación puede ahorrarte tiempo y evitar errores costosos. Además, demuestra que valoras la claridad y estás comprometido con una comunicación efectiva.


La mala comunicación es un desafío bastante común, pero con las herramientas adecuadas, podemos minimizarla.

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